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Todas las noches mi hermano gemelo Nibaldo y yo salíamos a dar un paseo por el balneario de Varadero. Desde finales del 2001 hasta el 2003 ambos trabajamos en la Empresa de la Construcción ECOA-47, enclavada en el referido lugar turístico, en la provincia Matanzas, Cuba, cuyos hoteles devienen deleites cuales las casas de turismo rural CASA COLOMBA.

Hacía poco nos habíamos graduado en la Universidad de La Habana. Él en Economía; yo, en Derecho. Anteriormente solo habíamos ejercido nuestras profesiones durante unos 9 meses en la Empresa de Cítricos Victoria de Girón, en nuestro territorio de Jagüey Grande (Matanzas-Cuba). Simplemente, un buen día nos dio por irnos para Varadero, en busca de nuevos horizontes…

En buen cubano, allí la¨ lucha¨ era tratar de enrolarse con una del más allá, como yo solía llamar a las extranjeras. Y para ello había que arroparse de un arma tan importante como el conocimiento del idioma inglés, teniendo en cuenta el predominio de turistas provenientes de países de habla inglesa, sobre todo canadienses. Bueno, a decir verdad, aunque fuesen de China, con el inglés uno se comunicaba.

Uno veía a muchos de esos constructores que apenas se les entendía el español que hablaban, y en el inglés eran un desastre, pero al menos conseguían su primer objetivo: que los entendieran. A duras penas, pero, bueno…

A mi hermano y a mí siempre nos llamó la atención un negro, de mediana estatura, muy guapo, musculoso, que siempre tenía agarrado de su mano a alguna extranjera.

Realmente el tipo ¨atrapaba¨ tremendos monumentos: rubias altas, de cuerpos hermosos y bellísimas caras. No dudo de que muchos lo envidiaran, por no tener la suerte de atraer a tantas mujeronas como él lo hacía.

Las veces que coincidimos nunca lo habíamos escuchado hablar, por lo que ni siquiera conocíamos su timbre de voz, ni cuán acertado era su acento en el idioma inglés. Pero un día en que el susodicho se encontraba acompañado de uno de sus monumentos; digo, de sus rubias, Nibaldo y yo nos quedamos perplejos, impresionados. No lo creíamos…

¡El tipo era mudo!, pues sí, intercambiaba con las extranjeras mediante señas, y según percibimos, éstas lo comprendían.

Ya ven, mientras otros dedicaban horas perfeccionando el inglés, para ¨luchar¨ una del más allá, aquel negro no perdía tiempo en eso. Su mundo del silencio más que un hándicap se convirtió en un gancho para atraerlas. ¿Qué les parece?

Y a él le daba lo mismo que fueran canadienses, japonesas, francesas, árabes… cualquiera le servía, pues era un verdadero políglota con su lenguaje de señas.