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TE LO DIGO Y TE LO REDIGO: SI A LA SOMOZA VAS, NO DUDES QUE VOLVERÁS  

Relato 11

 

Cuenta la leyenda, que hace algunos inviernos un eclipse apagó el día sobre el Teleno y durante unos cuantos minutos la luz se transformó en tiniebla, el reflejo claro de los brezos sobre las fuentes se borró y la luna apareció en el cielo rojo, mágica y hermosa.

Dicen las personas más viejas que habitan los pueblos de la zona, que en esa noche que se comió el día, muchos animales quisieron correr a las cuadras para guarecerse de la oscuridad por dos ocasiones en una misma jornada, otros cantaron dos veces, cuando acostumbraban a una y algunos reptiles despistados invernaron hasta la primavera siguiente.

Dicen los maragatos que resisten los inviernos frente a la chapa, que ese día, el lobo que habita esas tierras de la Somoza, aulló dos veces; aulló para anunciar la noche y para despertar el día. El gallo cantó al mediodía también en dos ocasiones y los garbanzos que estaban sobre el puchero en la lumbre, rompían los dientes de quien se atrevió a probarlos, por lo que hubieron de volver al fuego por segunda vez. La abubilla puso dos huevos y a los corzos adultos les rebrotó la hermosa cornamenta por segunda vez, las liebres corrieron hacia el monte y luego a la pradera, buscando su camino en dos direcciones, los jabalíes se rebozaron un par de veces sobre los charcos de barro fresco, los frutales florecieron por dos veces, las huertas se llenaron de repollos de dos cabezas y puerros con dos piernas, y las mujeres que engendraron en esa noche, parieron mellizos nueve meses después.

Cuentan y dicen, que desde ese día en la que la noche se comió al día, cada animal que se guarda en estas tierras repite sus hábitos por dos veces; y el gallo no puede cantar un solo canto, y el lobo aúlla el doble que, por montes vecinos, y las gallinas ponen dos huevos en un mismo atardecer y los reptiles invernan dos inviernos…

Y es por esto, que si acostumbras a pasear por estos montes y a recorrer las callejuelas de estos serenos pueblos de ventanas azules y paredes de piedra firme, sus gentes te saludarán dos veces, las siestas son de dos minutos, te será imposible tomar solamente un vino, cada fiesta habrás de celebrarla con dos bailes, los huevos fritos te los comerás por pares, cuando hagas una pregunta has de esperar dos respuestas, en cada pueblo al menos harás dos amigos que seguro te durarán dos vidas y siempre, siempre, siempre las cosas que surjan en la oscuridad se han de vivir por duplicado, ya que en la primera, es posible que te quedes eclipsado.

Y es por esto también que te digo, y si es necesario te vuelvo a decir que… ¡Si a la Somoza vas, no dudes que volverás!