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Día 2, 13:00 h

Por fin. He vuelto a la casa de mis padres.

Día 2, 8:00 h

Estoy en el aeropuerto. Tengo los labios secos y me duele la cabeza, quizá sea deshidratación.

Día 2, 6:00 h

Estoy en el lobby de Casa Colomba, espero un taxi, no traigo mis maletas conmigo. Mi madre me habla entre sollozos y gritos. Pobre de ella, también está en shock. Me ofrece un sorbo de su ginebra, no estoy para alcohol, le digo.

Día 2, 3:33 h

Mi madre duerme a mi lado, no puedo detener mis lágrimas, salen de mí a raudales. Me duele la cabeza. Me siento ultrajada, violada, abusada, tonta. Mi padre ha golpeado a la puerta durante los últimos 10 minutos. Han llegado los de seguridad, oigo un par de órdenes, y unos pasos que se alejan por el pasillo.

Día1, 23:45 h

Mi ahora ex marido me persigue por entre las cabañas del hotel. Yo camino y camino sin rumbo fijo. El trata de detenerme, pero no se atreve a agarrarme por el brazo, porque hay muchas personas en las terrazas. Sé que quisiera explicarme a gritos, como siempre, pero le da pena gritar. Estoy cerca del campo de golf, cuanto quisiera un “madera tres” para callarlo. Finalmente me doy media vuelta y le digo: ¡Ándate a la mierda!

Día 1, 22:50 h

Vengo del bar del hotel, estaba tomando un Gin Tonic en la compañía de mi madre. Hablábamos de lo especial y gratificante que había sido que mis padres nos acompañaran a mi esposo y a mí en ésta, nuestra luna de miel. Esa tarde mi padre jugó, con mi ahora exmarido, 18 hoyos. Mi marido no vino esta noche a cenar, y se quedó en el cuarto aquejándose de un dolor de cabeza, al mismo tiempo me prometió una sorpresa. Mi padre por su lado se levantó apenas terminó de comer y se fue a su cuarto a descansar.

Día 1, 22:55 h

Llego a la puerta de mi habitación; se escucha a un hombre gemir. Deslizo la tarjeta en la ranura, abro la puerta y entre las sabanas mi marido se estaba revolcando con mi padre.