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Ella es mi mujer. Ella es mi madre. Ella es mi hermana. Ella es mi amiga, mi amante, mi confidente, mi secreto. Ella es la tierra. Ella es el fruto y la flor. Ella donde hundo mis raíces en ella. El origen. La playa donde las tortugas van a desovar. El crotoréo de las cigüeñas. El olor a lluvia en la tierra. Ella. Una mañana de invierno la vi en una oca extendiendo sus alas dando calor a sus trece polluelos junto a Casa Colomba; otra, en una lágrima de una Virgen no recuerdo dónde… Y en el pecho de Lebeña –aquí sí estoy seguro-. Y en los primeros brotes de un bosque quemado. Y en una higuera naciendo de una alcantarilla. Y en todos los lugares que nacen está ella. El amor está en ella -o ella está en el amor, no sé-; esta idea se me escurrió como peces y no me dio tiempo a atraparla en letras…Sucedió en un campo mientras una vaca pastaba mansa y serena la hierba: hablaba de vida, de entrega, de sacrificio, de bondad; hablaba con voz de madre eterna en el tiempo. Generosa. Azul.

Hablaba con mil voces y una sola. Ella. Me atravesó como el arroyo al que vuelve la anguila. La huelo al pelar las patatas que nos da. La siento al plantar un árbol. Ella. Y en este instante, también, en esos pequeños dedos de los pies que se mueven mientras ella y yo vemos una película juntos.